“No existe una energía que sea buena, bonita y barata; es una utopía”

Marcelo Martínez Mosquera es un histórico. Tanto de Techint como del sector energético, a punto tal de ser uno de los referentes de la actividad para la Unión Industrial Argentina (UIA). Presidente del departamento de Energía de «la Casa» –como los empresarios llaman a su majestuosa sede de Avenida de Mayo–, desde donde se analizan, debaten y promueven propuestas para mejorar la competitividad del sector industrial. En esa tarea también participa Alberto Calsiano, jefe del departamento de Energía de la Unión Industrial.

Marcelo Martínez Mosquera
«No existe generación energética que sea buena, bonita y barata. No existe. Es imposible, una utopía»,

plantea Martínez Mosquera, con la frontalidad con la que, tanto él como su hijo, Agustín, defendieron la camiseta de CUBA en las canchas de rugby. «Vamos a tener que lograr una política que alcance un equilibrio», enfatizaron en diálogo con TRAMA, que lo entrevistó junto con Calsiano en el café del Park Tower. El encuentro se concretó antes de que la expansión del COVID-19 hundiera en un mar de incertidumbres a la economía mundial, pero sus análisis estructurales sobre el rol del gas, los desafíos de las renovables y otras cuestiones centrales del sector energético mantienen su vigencia.

¿Cómo definiría los principales rasgos del escenario gasífero?

Martínez Mosquera: Partimos analizando que el paradigma importante son los hidrocarburos no convencionales que ya tenemos en la Argentina y que generaron un cambio muy fuerte. Gracias a los dos planes que hubo: primero el Plan Gas, en 2012, y luego el de Juan José Aranguren (Resolución 46), en 2016. Antes de los incentivos, estábamos importando Gas Natural Licuado (GNL) a u$s 10 ó 12 el millón de BTU. Gracias a esos programas, se consolidaron las perspectivas gasíferas de Vaca Muerta, que ofrecerá grandes oportunidades, en cuestiones de generación de energía eléctrica.

¿El sector industrial argentino tiene que aprovechar el gas como recurso estratégico o, en función de distintas tendencias, como la de las energías renovables a precios competitivos, también debe aprovechar las oportunidades que permiten ese tipo de tecnologías?

MM: Desde la UIA venimos observando lo que ocurre en la matriz eléctrica en el país. Queremos aquello que nos ofrezca la energía eléctrica más barata, eficiente y competitiva. Ya tenemos gas
a precios competitivos en torno a un valor promedio anual de
u$s 3 el millón de BTU. Con este valor, y teniendo en cuenta la inversión, el costo de generación eléctrica en un ciclo combinado (incluyendo la operación y mantenimiento), ronda los u$s 45 por megawatt por hora (Mwh). Ahora, si el mundo ofrece alternativas superadoras, bienvenido sea. Nosotros, como industria, no estamos casados con el gas. El problema es que, en la Argentina, tanto la energía solar como la eólica están a 1.500 kilómetros de los centros de consumo, lo cual tiene connotaciones importantes: que sean intermitentes provoca que el transporte y el back-up sean sustancialmente más caros. Esto es todo lo que hay que investigar. Si un día China, con los molinos y los paneles solares, logra vencer estos valores que hoy tiene Vaca Muerta, nosotros, como industria, le daríamos la bienvenida. Lo mismo pensamos desde la UIA sobre la hidroelectricidad o la energía nuclear. No tenemos un paradigma concreto.

Alberto Calsiano
En los últimos dos años, el precio del gas cayó como resultado de la recuperación de la oferta pero también por efecto indirecto de la devaluación. ¿Cómo analizan esa situación, que los beneficia como industria en el corto plazo por disponer de gas más barato, pero que a mediano plazo puede afectar la producción por falta de inversión en el upstream?

MM: Como primer concepto, la energía más cara es la que no se tiene. Después, a todos los industriales nos gustaría contar con la energía «3B»: buena, bonita y barata. Pero es imposible, es una utopía. Por eso, lo que hay que hacer es tener una normativa y una política energética que te lleven a un punto intermedio. Es decir, que la oferta tenga la posibilidad de suministrar esa energía y sus distintas formas, y que la demanda pueda pagar esos valores y no perder la competitividad.

¿Y qué es lo que están viendo ahora desde la industria?

MM: Lo que vemos es que hay que definir qué vamos a hacer con el gas, porque nuestra matriz primaria depende de él. Y la matriz eléctrica es, todavía, más dependiente del gas. Si partimos de la base del peso que posee el gas en la generación térmica, vamos a tener que lograr una política que alcance un equilibrio que le dé rentabilidad al que produce hidrocarburos y energía eléctrica, y con la que tengamos precios que puedan ser pagados por la industria, sin que pierda competitividad.

Todo el mundo aplaudiría un gas a u$s 0,50 el millón de BTU. Pero ¿se puede sostener este valor? No. Al mismo tiempo, el gas importado, que nos salía u$s 12 el millón de BTU, nos estaba destruyendo. Lo concreto, hoy, es que la Argentina tiene un fenomenal recurso en gas y, también, en petróleo. La pregunta es si vamos a generar las condiciones como para poner en valor todo esto y tener los valores competitivos. No sé cuál es la respuesta. Eso lo tiene que hacer el Estado.

Alberto Calsiano: Es todo un tema cómo manejar el gas en invierno y en verano, con una demanda tan disímil, con un gap tan grande y con Neuquén a más de 1.000 kilómetros de los centros de consumo. Pero creo que se podrían hacer contratos de gas a largo plazo con alguna intervención del Estado, vía Cammesa, donde se reconozcan todos los costos implícitos que podríamos tener en invierno cuando hay que usar gasoil, gas de Bolivia a u$s 6 por millón de BTU y, en el futuro, el LNG. Hoy, un LNG a u$s 3 el millón de BTU es un sueño. Pero, a mediano plazo, se puede pensar en un LNG que parte de boca de pozo y suma la licuefacción, el transporte y la regasificación.

¿Qué escenario proyectan para el próximo invierno?

AC: Todo este invierno lo veo como ventana. Sin embargo, de todo el gas que se comercializa a nivel mundial, dos tercios son contratos a largo plazo que, todavía, pagan u$s 8 el millón de BTU. Después, hay un tercio que aprovecha los valores spot. Todo lo que nos falta de aprovechamiento en gas es enorme. Si tuviéramos reglas claras, tanto en la industria petroquímica como en GNC (gas natural comprimido) y en materia de integración con Uruguay y Brasil, existirían innumerables oportunidades, además de seguir generando energía eléctrica.

¿Qué esquemas de contractualización habría que aplicar para lograr precios competitivos? 

—AC: Tendríamos que contar con licitaciones, con individuos dispuestos a vender en enero a la mitad de lo que están dispuestos a hacerlo en julio y agosto. Este es un tema que tenemos que hablar con este Gobierno porque el Estado, cuando tiene la posibilidad de comprar gas más barato, se tienta y después te exige vender a esos valores en invierno. Lo que está pasando ahora, y que es una trampa mortal, es que vamos hacia pagos de gas con valores, incluso, como los de importación desde Bolivia o valores de gasoil o de fuel oil para este invierno. El gasoil, hoy, está (estaba antes del desplome de los precios por el COVID-19) por arriba de los u$s 10 por millón de BTU.

¿Qué rol juega la industria, y la UIA, en particular? Porque se están perdiendo oportunidades, como la de ampliaciones de plantas petroquímicas, por temas que son solucionables.

—AC: En este momento, estamos aspirando a sentarnos con el Gobierno y con las petroleras para instar a que exista un acuerdo que permita aprovechar las enormes posibilidades de crecimiento para todos. En cuanto a las renovables queremos saber si existen costos implícitos, escondidos, de valores que se van a explicitar más adelante, queremos que se hagan las cuentas y que se considere este tema también.

En muchos países prima la idea de generar riqueza y valor, por lo que las industrias tienen precios más competitivos de gas y electricidad que los que los hogares que los consumen para refrigerarse y para generar calor. En la Argentina, ese paradigma está en duda y parecería que vamos de vuelta en dirección contraria. ¿Qué análisis hacen sobre esto?

MM: En principio, la energía tiene un costo: hay que pagarlo y alguien lo paga. Si no, no vamos a tener energía. Entonces, lo más lógico es generar reglas de juego que permitan tener un sector energético que sea competitivo, que se desarrolle y que esté dentro de los lineamientos de los recursos que tiene un país. La Argentina posee todos los recursos energéticos. Por eso, lo que tenemos que hacer es recrear un marco legal que permita hacer un uso eficiente de los recursos, tendiendo a buscar el costo más bajo posible y con todo lo que tiene que ver con el medio ambiente. La lógica lleva a que tendríamos que buscar una combinación equilibrada de todos los recursos en disponibilidad. Quizá debamos empezar a discutir el petróleo, que es la oportunidad más accesible que tenemos hoy. La idea central sería, de ese combo de recursos energéticos que tiene la Argentina, hacer el uso más racional posible y poner sobre la mesa los costos reales de producción. Si no lo hacemos, estamos dibujando.

¿Qué análisis hacen de programas como el RenovAr?

—MM: Nuestra postura con respecto al programa RenovAr y al 20% para 2025 (que fija la Ley 27.191) es que hay que hacer las cuentas. Esto quiere decir que, para resolverlo, una de las maneras es dejar participar a la industria de gas natural de todas las licitaciones de RenovAr. Para ver quién gana, pero con un costo absoluto, de punta a punta. Es decir que cada uno tiene que garantizar su transporte. Si no, es muy fácil.

Hay gente que propone rediscutir esa ley, considerando los objetivos estratégicos del país.

—MM: La industria petrolera quedó sometida al cumplimiento de la ley.

Es que, por un lado, está la discusión ambiental y, por el otro, la cuestión económica para ver reglas claras, precios competitivos. ¿Cómo se puede avanzar positivamente en este debate?

—MM: Dado que la ley (27.191) está vigente, es más complicado. Tendría que haber un impulso de la industria petrolera y gasífera para discutir el tema de los mayores costos que provoca esta ley. Faltan cinco años para llegar al 20% y se tendrían que hacer nuevamente las licitaciones del RenovAr para alcanzar esa meta. Y, por cómo el Estado hizo previamente la licitación, lo que pasa es que no está reflejando el verdadero costo, sino que, simplemente, está adjudicado en un sistema que no corresponde porque falta incorporar ciertos costos que incluyen indirectamente las renovables. Entonces, tenemos que rediscutir la ley o, simplemente, abrirla, afirmando que se va a cumplir siempre y cuando sea competitiva respecto de otras fuentes. La opción verde en energía tiene un problema importante, que es la intermitencia. Y, con esto, llega el tema de la batería. El día que se descubra la batería en serio, es decir, en cuanto a economía y a un volumen que permita satisfacer necesidades de consumo, ese día sí habrá que olvidarse de la industria hidrocarburífera.